uncientovolando

Se levantó como cada mañana, con el sonido de una canción escupido por el limitado altavoz de un dispositivo electrónico. Pese a la pérdida de fidelidad del audio y a que era la causante de que se despertara cuando más plácidamente dormía, seguía siendo su canción favorita.

Una ducha y un café después se dirigió a su oficina. Por delante tenía entre 8 y 9 horas de mirar una pantalla brillante.

Era un martes cualquiera de finales de 2014. Si se ponía a pensarlo era el futuro. Al menos lo era para el niño nacido en los 80 que fue algún día.

Era cierto, los coches aún no volaban, el cine en 3D había sido un bluf y si alguien decidía viajar a Marte sería sin billete de vuelta. Como futuro podía resultar un tanto decepcionante. Pero si miraba en su bolsillo o en su escritorio una pantalla brillante le arrojaba información a todo color y le conectaba con el mundo.

Justo en ese momento podía ver, en vivo y en directo, como en California presentaban nuevas pantallas. Más brillantes, más finas, más ligeras, con más colores y más información.

Eso podía parecerse al futuro. Pero pese a todo, le hubiera encantado que lo que se presentaba en ese escenario en vez de un teléfono o un reloj fuese un monopatín volador.

Recommended Reads
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *