No te voy a engañar, Estambul no es hipster del mismo modo que Madrid no es Nueva York. Pero cómo responde Will McAvoy cuando en el piloto de The Newsroom le preguntan si USA es el mejor país del mundo: “No, pero podría serlo”.
Y es que sin querer, y sin la supuesta visión irónica que los hipster aportan, Estambul tiene muchos de los elementos que hacen a un hipster molar. Si es que eso es posible.
Gatetes!
La ciudad es de los gatos. Hace tiempo fue de los perros, había perros callejeros por doquier. Tantos que el ayuntamiento quiso deshacerse de ellos. Los mandaron al otro lado pero siempre volvía alguno. Ahora solo encuentras algunos, mezcla de pastor y algo indefinido, pachones, durmiendo por las aceras.
Como en internet, los que mandan son los gatos. Gatos callejeros con sus andares elegantes, con pinta de saber que mandan. Gatos bonitos y bien cuidados por sus mascotas: los humanos. Gatos que te llevarías a casa, aunque no te gusten los gatos.
Looks rarunos!
Obviedad 1: En verano hace calor. Obviedad 2: Para entrar en una mezquita tienes que llevar un look apropiado, ni pantalones cortos ni camisetas de tirantes. El cruce de ambas cosas da como resultado combinaciones entre estilosas y rarunas. Pantalones pijameros, camisas frescas y poco pegadas, fulares, pareos… En la alfombrada pasarela de las mezquitas hay para todos los gustos. ¡Aprovecha la ocasión de descalzarse para enseñar tu colección de happy socks de colorines!
¡Y no nos olvidemos del fez! Que aunque se haya quedado relegado a reclamo turístico, no debería faltar en el armario de tu T.A.R.D.I.S. Incluso vi a un camarero con fez y pajarita. Y ya sabeis, “Bow ties are cool”.
Vello facial!
Si eres chico puede que hayas experimentado con el crecimiento de tu vello facial. Algunos lo tenemos más o menos fácil, la barba crece por donde tiene que crecer. Aunque ir más allá, hasta la barba hipster, tiene sus complicaciones, lo realmente complicado es el bigote. Una barba más o menos espesa cubre las imperfecciones, como las zonas con menos pelo. Pero un buen bigote no lo tiene cualquiera. Y los turcos, sin saberlo, hacen que parezca fácil. Las barberías se amontonan, y siempre hay alguien. Como en las peluquerías latinas de Tetuán, pero sin reggaeton.
Pero llevar bigote es algo natural, nada hipster. La única forma de diferenciar a un bigote hipster de uno que no lo es, es mirar si quien lo porta también lleva una camiseta de rayas.
Fotografías cuquis!
Será mejor que tengas lista tu reflex o tu iPhone. Estambul tiene una luz y un color únicos que te permitirá llenar tu instagram de imágenes tageadas como #nofilter. Los bazares y su acumulación de especias, lámparas y objetos son terriblemente fotogenicas. Y las mezquitas. Y los azulejos. Y, de nuevo, los gatos.
El punto álgido de la fotogenia es al atardecer. Una ligera bruma causada por el porcentaje de humedad y el sol anaranjado caen sobre las mezquitas, sacándoles los colores. Sentarse en el lado asiático, mirando a occidente mientras se pone el sol y tomas un té, es casi obligado.
Pera!
El barrio de Pera, al otro lado del Cuerno de Oro, por detrás de la Torre Galata, es un barrio moderno. Con cafés y restaurantes modernos, tiendas de ropa modernas y gente moderna. Y gatos y looks y vello facial que no deja lugar a dudas.
El contraste con el otro lado es más que evidente, y eso te hace disfrutar más ambas partes. Estambul no sólo se reparte entre dos continentes, sino que también lo hace entre varios mundos.
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